MUNDO REAL Y MUNDO VIRTUAL

29/05/2022
Gemma Cánovas Sau

¿Pero qué ocurre cuando se confunde lo virtual con lo real? Hay personas que debido a determinadas causas psicológicas, pueden llegar a tener adicciones que les alejan del mundo real, confundiendo al personaje que se han creado con la verdadera realidad.

La tecnología es un hecho que está instalada en nuestras vidas, ello comporta que nos comuniquemos por medios que hubieran resultado sorprendentes o producto de la ciencia ficción a las generaciones anteriores: WhatsApp, Facebook, Instagram, Twitter, Linkedin...

Las comunicaciones personales presenciales, frecuentemente son sustituidas por comunicaciones por Skype, zoom o similares, especialmente en ámbitos profesionales o cuando la distancia impide los encuentros cara a cara. Es indudable que este tipo de medio de comunicación reporta ventajas en diversos aspectos: evitar desplazamientos con el consiguiente ahorro de tiempo y energía, así como acortar la sensación de distancia física entre personas que se comunican entre diversas latitudes.  

En el mundo virtual se han implantado salas de cine que reproducen efectos especiales para que los espectadores tengan las sensaciones físicas reales en línea con el guion de la película, así como videojuegos que recrean escenas de la vida real incluyendo conversaciones y actitudes de los personajes que suplantan las identidades de las personas que están jugando con roles de carácter ficticio que interactúan entre sí.

Pero ¿qué ocurre cuando se confunde lo virtual con lo real?  Hay personas que debido a determinadas causas psicológicas y también por una cierta contaminación psicosocial, tienden a depender excesivamente de los medios de comunicación tecnológicos: móviles, tablets, ordenadores en sus diversos usos, incluyendo los lúdicos como los  videojuegos  pudiendo llegar a ocasionarles auténticas adicciones por el número excesivo de horas en que los utilizan, que los alejan del mundo real, confundiendo el personaje que se han creado para interactuar con otros en situación similar, con su verdadera identidad, y ahí se encienden las luces de alarma y aparecen las preguntas del porqué de dichas dependencias, que si van llegando a un límite antes de cronificarse, pueden precisar de la intervención de  psicoterapeutas o psicoanalistas. La tecnología en sí misma puede ser de gran ayuda, o también crear problemas según sea utilizada y el sentido que se le otorgue. Las relaciones interpersonales directas de amistades, vecindad, familia, pareja... han de tener también su lugar en la vida cotidiana y pueden perfectamente compatibilizarse con los envíos de WhatsApp, Telegram o e-mails...ya que estos sistemas no sustituyen a la proximidad presencial con todo lo que ello implica en el plano relacional tan necesario para la salud psicoafectiva.