En la dinámica de las relaciones familiares pueden surgir problemas que provienen de una comunicación inadecuada o de la interacción inapropiada con sus hijos e hijas, tanto en las primeras etapas de la infancia, como en otras posteriores que conducen a la pubertad o la adolescencia.
La calidad de los vínculos afectivos y el acompañamiento en la construcción de la identidad de los menores, es esencial para prevenir o disminuir ciertos síntomas. Diferenciar cuando aparece una crisis evolutiva normal, como pueden ser por ejemplo las típicas pataletas entre los dos y tres años de edad, o si se trata de un sufrimiento psicológico establecido, será el primer paso clarificador para abordar posteriormente la situación de la forma adecuada.
Más a menudo de lo que se cree, las madres y los padres pueden transmitir inconscientemente a sus hijos conflictos o situaciones no resueltas de su propia infancia o juventud, que rebotan de generación en generación. Tratar de entender y desarrollar la propia historia como hijos e hijas que se han convertido de adultos en padres y madres, con el acompañamiento profesional adecuado, es la mejor inversión para que sus descendientes no lleguen a la adolescencia con un plus añadido de dificultades que no les correspondan y les obstaculicen para desarrollar su potencial.
Algunos ejemplos de motivos de consulta: